Mustang es una de esas leyendas que viven de generación en generación y están presentes a lo largo de los años. Ese legado ha permitido que el amor y la pasión por este muscle car crezca cada vez más…
Convirtiendo el sueño en una realidad
Desde niño, Alberto Meraz se enamoró del icónico Mustang y con mucha emoción, recuerda el modelo Fox Body que tenía su padre y con el que se volvió amante de la generación de los 60, considerada como la época de oro del modelo de la firma del óvalo azul.
Durante sus estudios universitarios comenzó a ahorrar para que, al graduarse, pudiera cumplir uno de sus más grandes sueños: ser dueño de su propio Mustang. Finalmente lo lograría con un modelo 1968 GT color rojo y, sin creerlo, lo llevó de vuelta a casa para comenzar la reconstrucción de una de las versiones más famosas del mítico pony car americano.
Fue en el 2014 cuando Alberto comenzó con los cambios necesarios en su vehículo. Para empezar, hizo algunas modificaciones en el motor, un 302 que tenía 999999.9 millas, pues el odómetro de esos modelos tenía como máximo esa cantidad, siguió con la reconstrucción de la transmisión y de la carrocería que se encontraba muy oxidada. Lo que inició como un sueño, se convirtió en un proyecto de restauración de casi 8 años…
“Inicié en el 2014 y todavía no termino, cuando compré el vehículo no sabía la magnitud del proyecto que estaba por afrontar, pues literalmente me he dedicado a construir un carro nuevo, tampoco tenía mucho conocimiento, pero fue durante la marcha que fui aprendiendo y apasionándome cada vez más”, nos cuenta Alberto Meraz, Ingeniero de Calidad en Ford Chihuahua.
En cinco años, el vehículo pasó de tener un motor 302 a un motor Coyote de un Mustang 2013 con transmisión TKO, y su color rojo original se convirtió en un vibrante azul. Sin embargo, este tiempo no había sido suficiente para poder completarlo, hasta que, en marzo del 2020 con el inicio de la pandemia, Alberto tuvo la oportunidad de dedicar gran parte de su tiempo a finalizar lo que había comenzado hace varios años y así, le dio vida a su propio Mustang.
La firma del óvalo azul se lleva en la sangre
Alberto, amante de los automóviles, recuerda con cariño el Mustang de su papá y los vehículos Ford que había en el rancho de su abuelo, con los que dice, tuvo sus primeros contactos con grandes piezas de ingeniería. Esta cercanía al mundo automotriz lo llevó a trabajar en la planta de motores de Ford Chihuahua, donde ha tenido la oportunidad de aprender sobre controladores, análisis de fallas, sistemas, entre otras cosas que lo ayudaron en la reconstrucción del Mustang de sus sueños.
En el marco del Día del Inventor Mexicano, que se celebra cada 17 de febrero, la firma del óvalo azul comparte la pasión por los vehículos con sus colaboradores y una cultura de innovación que le ha permitido ser líder de la industria por varios años. Actualmente, Alberto está trabajando en la restauración de una Ford Bronco 68 y, al mismo tiempo, forma parte del equipo de Ford Chihuahua, donde garantiza la calidad de manufactura de los motores que mueven a los vehículos Ford alrededor del mundo.
Así como Alberto, hay cientos de miembros de la familia Ford de México que, con su talento y dedicación dan vida a increíbles productos e historias. México y su gente son un componente elemental para la fuerza y presencia que tiene Ford a nivel mundial.